viernes, 15 de abril de 2011

Tan asolado como un mar seco





21 de agosto de 2010


Me daría mucha tristeza desperdiciar esta fecha sin antes escribir algo aquí. También podría escribir cosas de Salamanca, cuyos sonidos en la carretera ya comenzaron a multiplicarse, síntoma de que esta fecha laboral ya está arrancando. La verdad que ya no tengo seguridad que me quieras o me hayas querido. Sé que alguna vez volveremos a hablar, pero mi corazón de hoy rechaza esa esperanza. Durante 7 meses los te extraño acompañaron el flujo de las horas, tan asolado como un mar seco. Pero aún tu recgreso no fue triunfal. Por eso me pregunto qué haré con todo lo que he construido si alguna vez vuelves tú.

lunes, 11 de abril de 2011

A su favor al dios Neptuno

Aunque te extrañe te dejaré volando,


aunque estas extraviadas sentencias


sean constantemente pisadas por


la vehemente tentación de ir en


la búsqueda de tu violenta ternura


pues tan solo rezaré para que mi Señor


te inspirase caminar hacia mí


como en un acto de fe.



Aunque la inseparable soledad me acompaña

de hace más de un año hasta esta parte


aún no quiero escapar de Lolalandia.




Cada tanto la soledad aburre un poco

en los momentos desesperados


-cuando el pensar me abruma la existencia-


construyo balsas con los elementos de Dios


y los que más a mano tengo




Espero a que el Año ponga vientos

y mareas a favor de mi partida;


Es entonces que arrojo a mi existir


contra el oleaje de esta isla


mas la barca se rompió en las embestidas


de las aguas que nutrían Lolalandia.




La inmediata costa de Lolalandia consta

de bajos arrecifes que encallonan a las barcas


si están abandonando Lolalandia: Se puede


decir que Lolalandia utiliza a su favor al dios Neptuno.




Lolalandia se compone de palabras juguetonas:


todo hombre que pisare en estas tierras


se convierte de inmediato en loliniense


el nombre de este amoroso principado


escribí sobre sus playas con dulces caracteres.





















11 de abril 2011


viernes, 8 de abril de 2011

Un corderito con piel de lobo


The Emperor of Wyoming. Los arpegios de Young calman la arritmia de este día que toma como punto de referencia a los ancianos de traje cruzando un paso de cebra, a la esquina del parque de la Chinchibarra. Las barrigas suben a la vereda, la sombra equilátera de un edificio anticipa a las hileras de autos estacionados cómodamente, o si no, como un fraile, Torrente Ballester subido al podio de mármol les da cátedras mudas a los estudiantes de la biblioteca que le pasan por enfrente de sus gafas de utilería.


¿Quién pudiera responderme? Tan mudo como aquel prócer del intelecto, el teléfono hoy suena sin que nadie conteste nada. ¿Pero quién puede decirme un hola o un te extrañé?. Y aún así cierta felicidad tontona consigue hacer vibrar la sangre de mis aortas cuando del otro lado todo es silencio. El cuerpo me da señales de que queriéndote voy a contramano por las fantásticas autopistas de la felicidad. ¡Qué vergüenza!: ya ni siquiera es la línea muda cada quince días. Y sin embargo cada vez que suena esa opereta de carrusel sigo esperando que seas tú. Luego voy por las ranuras del día acompañado de un espontáneo maremoto de pensamientos en los que tú participas como crestas en las olas.


He cumplido con todas mis promesas. Y sin embargo no hubo santo que me pague los días y las tardes esforzados concediéndome el milagro de tocarte otra vez. Por dos o tres días era feliz en otra ciudad lejana. Una emoción traicionera aplanaba a tu fantasma. Pero al tercer día resucitó.


Te quiero de vuelta Dolores. Seré superficial si acaso algunos días hiciera falta, pues jamás te insistiré de nuevo para que sanes tu alma con brujerías baratas. Y únicamente cuando tú quieras hablaremos de amor. guardaré mis te amos y mis te quieros, y para dártelos aguardarán tu iniciativa. Pero jamás te contaré de la música que no prefieres y yo he escuchado. Vuelve al menos para discutir conmigo. Que tengo ganas de ser herido otra vez con tus palabras. Para pelear por Dios o Jesucristo, admiremos la incomprensión que cada cual tiene por las ideas del otro. Que una profunda emoción nos haga salir a la superficie, cuando se contempla el acento de las voces.



11 de agosto de 2010

miércoles, 6 de abril de 2011

Una ruleta de 30 números

Una ruleta de 30 números



10 de agosto de 2010


Parece que finalmente esta será la última apuesta que hago en esta improbable ruleta que siempre se compone con los números del mes que nos toca vivir.


Durante 7 meses aposté ciegamente a los mismos números. Todo es tiempo quizás especulaba a que ella elegiría volver en el mismo día que nos habíamos conocido. O quizás en el que marchó, así después parecería que nunca se había ido. Y borraríamos de nuestra memoria el pasado que permanecimos lejos uno del otro, y las fechas empalmarían para que nos parezca que siempre estuvimos juntos. Y así luego de tanto no he llegado a coronar ninguna cima en los ochomiles de mi expectativa. Ni ningún fruto maduró en la empresa de mi esperarte. Tenías razón: cuando uno cae en la oceanía del enamoramiento se abraza a los pequeños detalles que alguna vez nos han demostrado cariño. Con tal de salvar con eso la mezcla de pasiones y romanticismos. Pero uno no se da cuenta de que sucede como en los icebergs: bajo esa puntita de ilusión nuestro corazón es quien sufre por las ausencias.



Así es: de invierno a verano mis fichas siguieron los mismos números, como el idiota fanático que por años juega el mismo décimo de la grande. En cada vuelta, seguro al 2 apostaba una pila de fichas que significaban mucho. Sí: en que saliera el segundo con su regreso ponía fe, fecha que nunca voy a dejar de recordar por los buenos momentos que depositó en mi alma luego de que dejara su casa. Después 28, 29 y quizás el 15. El destino de algunos es tan intenso para el amor como para la amargura: pues los círculos que debamos vivir se cierran en el mismo número que empezaron. Como si la ruleta diera una vuelta entera. Y así es: Las cosas terminan en la misma fecha que empiezan. Aunque no lo quisiéramos asumir. Si fuéramos máquinas nos daríamos cuenta más rápido, pero aunque la señal es clara tardamos quizás un año en aceptar que hemos perdido nuestra apuesta. La vida es como una caja de bombones. En estos casos la vida es una evidencia exacta de que algo mayor que nos está moviendo los hilos de la existencia mortal. Pero las pérdidas nos hacen necios, y seguimos intentando hasta que fracasa todo lo que en otro momento nos había dado resultado. Es como si un hijo está a punto de morir: mantenemos la esperanza en cualquier rezo.


Con el tiempo seguí apostando a los mismos, pero la suerte de ellos quedaba a la voluntad de Dios. Y como yo desconfiaba que me tuviera en cuenta mucho, pues apostaba lo mínimo: ya no me quedaba en casa esperando noticias, y aunque estaba pendiente no hacía los Padrenuestros. Y así continuaba jugando sin poner demasiadas expectativas.



Como si hubieran sido

una flor sin corona

a la orilla del camino,


como opacas amapolas

al costado de las rutas:


en la rueda de los 30

-que a veces saliera alguno-,

“28, 15 y 29” siempre pasaban de largo

sin que la bolilla de algo espectacular

callera encima de ellos.


Astrea

sábado, 2 de abril de 2011

Inexorable


Desde hace mucho que quiero contar una historia comenzando con “Érase una vez”. Así como Cenicienta, la mía quizá tenga un final feliz. “Nada es para siempre”. Lo que decía Benjamín Button es muy largo como para explicarlo aquí. En cambio diré que echo muy de menos las cosas de niña que ella tenía. Cuando le estaba enseñando a escribir eligió unos bolis livianitos. “Al usar con muchos colores te dan más ganas de seguir escribiendo”, me dijo y tenía toda la razón. Con el tiempo me contagió sus gustos. El de ella fue mi color preferido y rosales azules reemplazaron a mis jazmines quilmeños. ¡Cómo la amaba! Tomaba mates de leche sin que nadie le cuente que ya existían. Claro, tenía cosas que me dolían también. Se aburría si le leía mis textos. Es que tuvo una vida tan dolorosa. Y yo hablándole de amor. Pero sus desprecios sólo conseguían enfadarme hasta que volvía. Cada día es un poco más largo, y más largos son cuanta mayor cantidad hay en ellos de algo que te regrese hasta mí. Ellos se consisten en un pantano por donde desfilan un cuento de tus imágenes. Con la vara de una indiferencia que me marchita, el tiempo de los silencios mide el valor que para ti tuve.

Como un río sin corriente

2010, 8 de agosto



El día se ha colocado en las diez de la mañana. Y una gruesa pero inestable tormenta hace techo en la ciudad tormesina. Los rayos caen cerquita. Acto y seguido unos truenos espantosos. Y Valentina que se asusta pues piensa que estamos en fin de año. Anoche me dormí con el teléfono al lado de la almohada, tal como solía hacerlo cuando te esperaba todos los días. Y hoy tampoco tengo cosas bonitas para contarte. Pero menos quiero escribir de aquellas que siguen golpeando a mi alma, igual que las espumosas oleadas agitando un tibio coral que se expone en los arrecifes.



Quiero aguardar a que comience la noche para condenarte una vez más. Pues así sabré que hasdejado escapar la segunda fecha del año que te daba la excusa perfecta para darme nnoticias de que aún vives. Que no te sorprenda: aún deseaba que nos habláramos para que nos obsequiemos una segunda oportunidad. ¿Acaso han sido falacia aquellos abrazos que nos dimos con la pasión de las cópulas?