Muchas veces el fracaso
es una simple señal
de que estamos abusando
de los bienes entregados,
sin antes haber cumplido
la contraparte del trato.
La vida nos da y nos quita,
pero se lleva más que lo dado
si nos quedamos sentados
esperando una tormenta
donde nos lluevan milagros.
Pues aunque el milagro existe
al nacer queda firmado
que los dones obsequiados
se deberán trabajar
como el acero templado
que luego sesga el trigal:
Genio, intelecto y bondad;
son el capital que adquiere:
pan, salud, paz y trabajo
-Si bien ejercido está-.
“Dios”: Bien se llamó
-A este mercado-.
1 de junio
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