miércoles, 11 de mayo de 2011

Ineludible










Como los granitos de arena formas las playas del mar, las horas forman los días y los días así los meses del calendario, que una vez examinados quiebran el vaticinio de cuánto duraría el silencio entre nosotros dos, querida mía. Ya no quiero cuidarte a través de mis plegarias. Ellas abrieron la puerta para que le des la bienvenida a algún exótico éxito en tu vida.

Por eso decido que me produzcan ternura tus insolencias. Y sería fantástico que tras todas esas máscaras haya existido una mujer que me amaba. He aprendido a mirar la ausencia como un camino de brazas entre tú y yo. Dicha carretera que nos separa es imposible de atravesar al principio. La batalla del desamor es una contienda a medida de nuestro espíritu. Desafía la resistencia, contamina el buen dormir, empaña a otros amores que vendrán luego. Las manos de la discordia rememorada estruja nuestro corazón. Si el mundo fuera una metáfora de la mente, probablemente la guerra sería esto.

Las cosas así tenían que ser. Cuando uno se libra de sus estimulantes pretensiones, de sus fronterizas terquedades o de sus cortantes orgullos, cuando uno ha planeado cosas distintas, pues entonces mira hacia atrás para contemplar al pasado con indulgencia. Es en ese repaso cuando se nos revela con qué clase de tinta hemos escrito los capítulos de nuestra historia. Analizamos de lejos, como quien ve a los halcones volando sobre la carretera. En esa contemplación misericordiosa se experimenta el más piadoso de los consuelos, pues escudriñando las decepciones y los fracasos sin sentirnos estúpidos o víctimas de la coincidencia, pues se siente cierta sospecha de que casi todos nuestros fracasos han sido en cierta forma los ángeles que nos guiaron sobre las vías del necio ensayo en dirección a una estación llamada Destino. Por el contrario, a veces tenemos el presentimiento de que el acierto, el éxito, se recuerda como lo más dulce de nuestras vidas; pero no estamos tan seguros de que lo hayamos aprovechado del todo. Cuando el éxito es tambaleante, a veces mejor pensar si no sería bueno cruzar de calle en busca de otras pavimentaciones más afirmadas. En esta vida se abandonan caminos continuamente. Pero lejos de verlos como una batalla perdida es mejor apostar por la próxima vida a construir. Y dar las gracias por la experiencia vivida mientras mantenemos esperanzas de realizarnos en
aquello que nos espera.


























11 de mayo, 2011
Nicolás Lopez Dallara