martes, 14 de febrero de 2012

Me capitalicé en la nada (rare)








Vi cómo el delirio gobernaba el sueño mío

cuando desperté y corrí para escucharte.

Cuando te fuiste me capitalicé en la nada

Y de a una lágrima fui juntando mi fortuna.



De golpe se vació la bóveda sin remiendo,

sin tus tiernos llantos ni torpes rebeldías:

Cuando te fuiste me capitalicé en la nada

Y almacené una mar de esperas infinitas.



Quise escapar de mis haberes enfermizos

y fui atontado forastero en varias tierras

Leí la más triste colección de viajes a mi río

Cuando te fuiste me capitalicé en la nada.



Me capitalicé en la nada: La vida volvió a ser

un áspero vacío que atravesaba mi substancia

Me hice rico en los socorros de las letras

La vida me otorgó en un día por Dios establecido

la anonadada recompensa de los ay, delos suspiros…

Y de una lágrima similar que en el destierro.

Cuando te fuiste me capitalicé en la nada.



Al vado fui a buscar los trocito de mi alma

que el mare magnum de pasiones había disgregado:

Llené cofres y cofres con aquellas candentes caracolas

Emblemas de mis noches desveladas.



Al regresar la primavera revisé lo recogido

mientras duró aquel peregrinaje macilento:

Fui terrateniente de una preciada inmensidad de soledades

En cada hoja de la Biblia leía la Santa Escritura del quebranto.



Obtuve el gran acervo de un insomnio extraordinario

Con los vacíos trabajados logré acopiar un Himalaya

La útil necedad puso llave fiera al candado memorioso

Y lo enterré todo en un cosmos recorrido por tus penas.



Tocó fondo la más honda pesadumbre de mis días

Naufragó la carabela sobre el Ártico de un rencor filoso:

Cada día boté al mar una esperanza diferente

-Hasta que un día se vaciaron las bodegas-;

Y así amanecí falto de todas las raciones



Apilé tus caras en las tierras de Salem

-tus palabras, tus elogios, tus maldades-.

Y se formó una hoguera incombustible

Cuando te fuiste me capitalicé en la nada.



En una lluvia de quejidos despilfarré grotescamente

racimados millones en maravedíes de una lástima

Así floté sin arca en un diluvio de aflicciones

Y colonicé un continente de aislamientos



Limpié cada recodo de una mansión de contratiempos;

Con las últimas reservas compré un harén de adversidades;

Cedí a Dios el engreído numerario de mi suerte;

Cuando te fuiste tú me capitalicé en la nada.