jueves, 14 de octubre de 2010

Una casa con brillantina



4 de octubre de 2010, Siete menos cuarto de la mañana (Casi un día después)


Tiene el tamaño del corta-uñas. Un duendecito con el bonete rojo apoya una mano sobre el cristal de la mesa para hacer una pirueta rapera. La lechuza de barro cocido nos nutre haciendo el exhibicionismo de sus plumas inmóviles. Y junto a ella el velamen inflado como un gato con botas rechonchísimo: la carabela sigue sonriendo hacia el este con viento en popa. Aunque Katsumoto nos ha dejado, mi yo de la 23 se lavó la cara y después le puso gomina a cada rinconcito del cuadro donde él está. Como sobre un apoyabrazos rimbombante, la repatriada princesita reposa la mano encima de una falda tan inflada como las velas. Las Stationary se apilan entre todo esto, como si fueran habanos de diferentes colores; o los ramones de un científico loco que usó para calentar la caldera de un locomotora obsoleta. Allá arriba, Mickey y Pluto parecieran más luminosos, brillan como las algas que colocó Giovanni en el mundo de las profundidades donde vivió tanto tiempo el buzo. Y el opulento gato de porcelana se broncea la axila con la luz de 75 watts.


Y toda este celebridad es por ti.










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